domingo, 22 de abril de 2012
De sábados y goles
jueves, 19 de abril de 2012
Europa se muere
lunes, 16 de abril de 2012
Pesadillas
domingo, 15 de abril de 2012
Hay espacios que no llenan los vacíos.
Es lo lógico cuando el vacío es un puente
y la infinitud del tiempo, un triste vado en que caer.
Pero en las venas siempre corre el deseo
de cubrirlos, de sellarlos con fe, de atornillarlos.
Como si fueran rotos de un trozo de paño.
Como si ese trozo de paño pudiera ser traje,
o sábana o la última caricia que quedó en tu piel.
También se sueñan los espacios recorridos por los besos,
por las palabras no dichas, por aquellas
que sin dejar de decirse, se quedan dormidas
en el dolor hiriente de un combate verbal.
Una lucha de fonemas que va colmando el techo,
hasta quedarse colgada de un último espacio
que es incapaz de llenar el vacío que lo nutre.
Porque los vacíos, aquellos que nos hicieron nacer,
que nos riegan los ojos en las mañanas de octubre,
que nos harán morir, aunque con la lentitud
de la oquedad que les es suya, nunca, y digo nunca,
podrán ser espacios. Tan sólo están ahí para que el grito
no pueda salir tan fácilmente. Para que, a pesar nuestra,
sigamos creyendo que todo es posible.
Aunque la mentira de ser sea sólo eso.
sábado, 14 de abril de 2012
Un vestido rojo
viernes, 13 de abril de 2012
Aniversarios
miércoles, 11 de abril de 2012
Tres mil millones de avaricia
Dicen que son tres mil millones los que se van a recortar a la educación de este país. Tres mil millones que llueven sobre el mojado suelo de unos presupuestos que ya habían chispeado sobre las escuelas, las tizas y aquellos que las empuñan. Andaba yo explicando el 98 cuando recordé lo que aquellos antepasados nuestros decían hace casi más de un siglo y sobre todo a Don Miguel de Unamuno que, en una última lucidez, casi gritó el 12 de octubre del 36, en el acto de apertura del año académico, poco antes de ser destituido y arrestado: Es detestable esa avaricia espiritual que tienen los que sabiendo algo, no procuran la transmisión de esos conocimientos. Don Miguel, que gustaba mucho de la paradoja, se hubiera divertido en este tiempo en que vivimos. Un tiempo en el que es más importante servir alimento a la voracidad de los mercados que hacerlo a las mentes de los que nos sucederán. Seguramente si él y don Antonio e incluso el dubitativo Azorín o el individualista Pío, resucitaran en este siglo XXI, creerían que todo había sido un sueño y que