sábado, 4 de mayo de 2013

Córdoba en mayo

Hoy la ciudad no se acuerda del hambre de mar.
Está hermosa. Acaso un tanto indolente mientras despierta al sol.
Recrea sus plazas con arcos iris y sus esquinas se recuerdan en los suspiros
de aquellos que las doblan antes de sucumbir a tanto despliegue de luz.
Podría darse cuenta de que solo es un momento esta resurrección.
De que llegará el silencio o quizás el grito de sus quicios y sus puertas acordándose del mar.
Maldito mar que siempre está en la lejanía.
Pero no está atenta y continúa en la ensoñación de pétalos y  colores.
Ajena a su vientre estéril. A sus pechos vacíos.
Los que la recorren no saben que sus calles, a veces,
cuando el cielo es oscuro y la lluvia besa sus adoquines,
están ahítas de mar.
De haber sido mar, de ser húmeda, de llegar a ser océano.